El aire de escape se aspira y pasa por un intercambiador de calor, que calienta el aire fresco frío entrante con el aire caliente antes de suministrarlo a la sauna a una temperatura de, por ejemplo, 40 °C a 55 °C, en lugar de aproximadamente 20 °C. De esta forma, se reduce significativamente la energía necesaria para alcanzar, por ejemplo, 80 °C. El aire caliente también puede utilizarse para calentar otras zonas del centro de bienestar. La misma configuración del sistema es adecuada en este caso, con la diferencia de que el aire fresco calentado se dirige a zonas distantes mediante tuberías y conductos de ventilación. El flujo de aire se puede regular con numerosos ventiladores o compuertas individuales. Los diseños modulares pueden reducir significativamente los costes, pero solo son realmente prácticos para sistemas de gran tamaño. Los sistemas de ventilación también pueden gestionarse y controlarse mediante pantallas o acceso remoto; contáctenos para obtener más información.